Ingresé al Ministerio de Agricultura el 6 de agosto del año pasado, con la nueva gestión de gobierno. De allí a la actualidad, ha pasado mucha agua bajo el puente y sobre el puente también. Desde un inicio perfilábamos los instrumentos de gestión, se diseñó SERVIAGRO, AGROJOVEN, Sierra Azul, la nueva estrategia para la promoción de un mercado de semillas, la optimización de la oferta agraria con el nuevo Plan de Cultivo y Riego, la promoción del consumo de nuestros productos en el mercado interno, el sistema de garantía participativo para productos ecológicos, el relanzamiento del banco de germoplasma, la Tasa 1 (1% de interés mensual) para créditos a buenos pagadores etc.
En adición, se creó la Dirección General de Ganadería, y su par, la Dirección General Agrícola para liderar al lado del SERFOR lo pecuario, lo agrícola y lo forestal en todos los niveles de gobierno. Nos preparábamos para disparar cañones en enero del 2017 cuando llegase el nuevo presupuesto; ya que el 2016 prácticamente lo recibimos comprometido.
El baile empezaba, pero en octubre también empezaron los problemas, incendios forestales a granel y consecutivos, se logró controlar la situación; pero en noviembre la sequía empezaba a golpear fuerte. De los incendios, pasamos inmediatamente a trabajar para paliar los efectos de la sequía, declarándose la emergencia hídrica en 37 valles del país.
Sabíamos que en el verano del 2017 vendrían las lluvias y que iban a ser más densas (la misma precipitación estacional distribuida en pocas semanas) pero nadie, ni los expertos, ni los hombres de campo previeron lo que pasaría en febrero de este año: cruentas lluvias, no en la parte media-alta de la cuenca como es normal, sino en la cuenca media-baja. Hemos experimentado avalanchas que tardaban pocos minutos en conformarse, algo que mi abuelo -con más de 80 años de experiencia en el agro- nunca comentó.
En paralelo perdimos dos Vice Ministros, lo cual sin duda afectó a la institución; la tormenta perfecta pero la música continuaba. Adicionalmente, la economía crecía menos, la recaudación se estancaba y en consecuencia tenemos poca holgura fiscal. No hay recursos adicionales para las tareas sectoriales, se prioriza sólo la atención a las emergencias.
Nos tocó bailar con la más fea, pero igual asumimos el reto. Hemos soportado el doble trabajo, la presión mediática, las críticas variopintas, pero seguimos en la pista. Experimentamos que la fea sabía bailar y lo hacía muy bien, pero no importaba ya la música o las miradas a lo lejos, importaba seguir avanzando, socorriendo y también trabajando para el mediano y largo plazo.
Nunca he visto a un Ministro de Agricultura trabajar tanto; y como respuesta experimentamos que las dificultades también traen beneficios colaterales, tenemos un equipo más fuerte. Si pasamos por esto, ya nadie, ni nada nos para.
Ahora vemos el sol luego de la tormenta, hoy se publicó en El PERUANO, el Decreto de Urgencia 007-2017, que establece medidas extraordinarias para la Reactivación Productiva Agraria. Este Decreto oficializa la promesa de entregar un bono de 1,000 soles por cada hectárea severamente afectada a los pequeños productores, establece la extensión del Seguro Agrario Catastrófico a la costa, el inicio de la promoción estatal de los seguros para el crédito agropecuario con un presupuesto de S/ 15 millones, un fondo de S/ 100 millones para poder refinanciar las deudas de productores que tengan dificultades para pagar sus créditos y para coronar: un programa de promoción de siembras de cultivos temporales y de recuperación de plantaciones de frutales por S/ 25 millones con el cual se entregará semillas, fertilizantes, otros insumos y servicios que permitirán apuntalar la reactivación de la capacidad productiva del agro.
Lo anterior se suma a todo el programa de rehabilitación de la infraestructura hidráulica, y lo que más emociona: la nueva infraestructura que tendrá el país con obras de envergadura para represamiento, derivación y canalización de los ríos. A todo esto, la ANA superó las expectativas y será clave para el nuevo diseño de cómo manejar en adelante el recurso hídrico del país.
De modo que, no nos quedamos de brazos cruzados, pocos saben todas las reuniones y discusiones que han pasado para sacar esto adelante, y por eso hoy podemos sonreír, sonreír a pesar de la tragedia vivida; y sentir que la esperanza y la fe se corresponde ahora con medidas concretas.