La lectura de los Planes de Gobierno contenidos en la web “Infórmate Perú” reflejan algunos vacíos sustantivos sobre que se propone para el agro, de parte de los candidatos; sin quitar el mérito a propuestas sobre otros aspectos. Posiblemente las omisiones se deben en parte, porque no le dan importancia; pues el mensaje se dirige a la gran masa de votantes, la mayor parte de ellos en Lima y otras ciudades. Dichos votantes deben saber mejor de dónde vienen lo que comen y el agua que beben cada día. Muchos no saben que los alimentos vienen del trabajo arduo de los agricultores en todo el Perú; y el agua, desde los Andes, discurre por las laderas de la sierra hasta que llega a las tuberías que abastecen las ciudades.
Cualquiera que sea la razón, el abordaje hasta ahora visto es poco sustantivo; y caracterizado por una visión aislada de la agricultura sin darle un papel en el desarrollo nacional; luego de dicha omisión se cita la lista de quehaceres; lo cual es como poner una raya más al tigre, sin propósito claro. Todos mencionan un popurrí de acciones sin claridad de prioridades, y especialmente hacia donde llevar al sector. Sobre esto último, es decir el modelo a seguir, cuatro elementos deben ser parte del debate entre los candidatos y ojalá pronto.
La agricultura en el sistema agroalimentario. Este planteamiento debe hacerse con claridad en el contexto de las condiciones de ingresos de los consumidores post pandemia; y la inestabilidad de los mercados globales. Dicha inestabilidad hace más vulnerables los precios y la demanda por productos de exportación y los que se importan, ambos de elevada importancia en las relaciones comerciales internacionales. Al respecto, hay que reconocer que lo que reciben los productores es bastante menos que el valor de las exportaciones (de lo que el país ha sido muy ufano). Y que el gasto de los consumidores por productos importados es mucho mayor que el valor de las importaciones, a lo que se le da poca importancia. Este reconocimiento debe hacerse por encima de la opinión de los que aplauden el libre comercio sin admitir imperfecciones y monopolios. Es indispensable hacer explícita esta situación para no continuar con un modelo en el que hay una muy inequitativa relación en las cadenas agroalimentarias. Entonces, se requieren mecanismos que aseguren que, de lo que pagan los consumidores, menos se quede en el camino entre la chacra y la ciudad.
La agricultura en las economías regionales. Hay que partir del principio que es en las regiones fuera de la ciudad de Lima, donde se da la agricultura. Es aquí donde vive la mayor parte de la población más pobre y donde es urgente lograr más ingresos de la actividad productiva y empleo de calidad, especialmente aliviando el esfuerzo físico. Cada una de las regiones es diferente y es en ellas donde la agricultura puede generar más efectos multiplicadores; especialmente a través de la tecnificación, la mayor capacidad de manejo de los negocios, la gestión adecuada del agua, el mayor aprovechamiento de la biodiversidad y la creación del valor agregado. Esto último permitirá que, los agricultores no seamos como hasta ahora, quienes trabajemos en la parte más ardua y de mayor riesgo, para que alguien en la cadena hasta el consumidor nacional y externo, se lleva la mayor parte de los beneficios.
Lo expuesto en cuanto a los dos ejes del modelo, el sistema agroalimentario y la agricultura en las regiones, comprendido y comprometido, nos lleva a algo central: Cuáles son las políticas más adecuadas para alcanzar objetivos y metas; y ¿Cuál es la institucionalidad necesaria? Cada uno de los temas merece una discusión detallada, pero a continuación adelanto algunos principios.
Las políticas necesarias: Es bastante evidente que hay que comprender y hacer explicito en las decisiones políticas, que hay que dejar la sectorialidad como espacio de defensa de posiciones autárquicas. El sistema agroalimentario y el vínculo de la agricultura con el medio rural requieren de dos grupos de políticas: Las políticas sectoriales (ya se sabe cuáles son; y obviamente hay que mejorarlas) y las políticas de responsabilidad de otros ministerios. Entre ellas, información, ambiente, comercio, laboral, educación, tributaria, electrificación, conectividad, publicidad, etc. Sin las medidas adecuadas de parte de otros ministerios es muy poco lo que el MIDAGRI puede hacer solo con las políticas sectoriales. La evidencia lo demuestra: Cual es el cambio real en el agro en los últimos cincuenta años en cuanto a la productividad, la equidad y la resiliencia a las inestabilidades del clima y los mercados. ¿Dónde están los indicadores y los parámetros, además de decir que han aumentado las agroexportaciones?
La institucionalidad necesaria. Las políticas requeridas implican que la institucionalidad no se limita al MIDAGRI y sus órganos descentralizados, mejor dicho, dispersos. En lo sectorial es impostergable una reforma sustantiva, no más parches y cambios de nombre a las instituciones, para hacer creer que hay cambios reales. Entre otras cosas; hay que decidirse a la fusión de PRODUCE y el MIDAGRI; terminar con la proliferación de proyectos que acumulan burocracia en Lima y moverlos a las regiones, captando recursos mal usados en dicho espacio. Esto requiere la mayor articulación del nivel central y con las regiones. Como parte de la mejora de la institucionalidad, se debe hacer el fortalecimiento de la capacidad de las organizaciones de productores en cadenas productivas fuertemente articuladas a las regiones y las organizaciones locales como las Cooperativas, Juntas de Usuarios y Comisiones de Regantes. Y no menos importante es la participación de las municipalidades como instancia con responsabilidad por el eslabón final entre el sistema agroalimentario y los consumidores. Como parte de una nueva institucionalidad, se requiere que a nivel presidencial se establezcan las instancias efectivas de concertación entre estos actores; no solo en Lima, donde el sistema está agobiado por la burocracia, sino en todo el Perú.
La discusión de estos aspectos es fundamental entre los candidatos, para luego proponer las medidas de política más efectivas; su priorización a nivel de regiones y la asignación adecuada de recursos.
A manera de comentario de cierre; ojalá los candidatos, y especialmente los miembros de sus equipos, tomen más en serio la agricultura, la alimentación y el agua y sean parte de un debate serio y constructivo. Y lo más importante, que el debate lleve a compromisos reales y un sistema de rendición de cuentas, si no, ¿para qué?
Dato
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