(Agraria.pe) En un año marcado por la volatilidad económica post-pandemia y tensiones geopolíticas, el sector vinícola mundial experimenta una transformación profunda que redefine sus dinámicas comerciales. La edición 2025 del International Wine & Spirit Competition (IWSC), con más de 12.000 muestras evaluadas de 90 países, no solo celebra la excelencia técnica del vino, sino que ilustra un mapa en expansión donde la calidad trasciende fronteras tradicionales.
Para economistas y analistas del agroalimentario, estos resultados —divulgados el 16 de septiembre— señalan un cambio paradigmático: de un oligopolio dominado por Europa y Australia a un ecosistema multipolar que podría inyectar US$ 50.000 millones adicionales en exportaciones globales para 2030, según proyecciones de la OIV adaptadas a esta tendencia.
Históricamente, el 70% del valor del mercado vinícola (estimado en €350.000 millones en 2024) se concentraba en Francia, Italia y España, gracias a economías de escala y denominaciones de origen protegidas. Sin embargo, el IWSC 2025 evidencia una democratización impulsada por innovaciones en viticultura y cambios climáticos que favorecen regiones emergentes.
Los tintos
En tintos, once naciones obtuvieron oros, con sorpresas como los chardonnays japoneses de Nagano y Hiroshima, cuya producción niche —aún por debajo del 1% del volumen global— ya genera premiums de hasta 30% en mercados asiáticos premium. Canadá, con 71 bronces en tintos y dominio en icewines dulces (seis medallas), posiciona su industria —valorada en CAD 7.000 millones— como un actor resiliente, beneficiado por subsidios gubernamentales que mitigan riesgos climáticos.
Georgia resurge con Saperavis de guarda y vinos naranjas, un nicho que crece un 15% anual y atrae a millennials dispuestos a pagar 20-40% más por autenticidad cultural. Inglaterra, con un 93% de medallas en espumosos (siete oros de 18), desafía al Champagne francés: su producción, que pasó de 2 a 5 millones de botellas en una década, podría erosionar el 10% de las exportaciones champenoises, estimadas en €5.000 millones.
Países como México, Chipre, Moldavia, Ucrania y hasta Myanmar suman bronces, indicando que la globalización de la enología —facilitada por transferencias tecnológicas vía universidades y ONGs— eleva la calidad media, con un tercio de muestras galardonadas en bronce tras pruebas rigurosas (65 vinos/día por jurado).
Económicamente, esta diversidad fomenta resiliencia: productores de zonas cálidas como Portugal y Argentina vendimian antes para priorizar frescura y ligereza, adaptándose a sequías que han reducido yields en un 8% en regiones tradicionales. En Champagne, la tendencia a Brut Nature y blanc de noirs vintage reduce costos de autólisis, mejorando márgenes en un 12%. Proseccos italianos ganan por sequedad, mientras generosos ibéricos innovan en equilibrio estructural, capturando segmentos de bajo alcohol que crecen un 25% en Estados Unidos y Asia.
Los blancos
Las platas, clave para el value-for-money, destacan a Francia (51 en blancos) y Australia (16), ideales para retailers como Tesco o Sainsbury’s, cuyas marcas propias en rosados obtienen bronces, democratizando acceso y elevando ventas en un 15%. La innovación difumina categorías: vinos naranjas de Austria y Japón compiten con Georgia, y rosados ingleses logran tres platas, expandiendo un mercado de €3.000 millones.
Para inversores, el IWSC 2025 es un barómetro: España y Portugal lideran generosos, Francia blancos tranquilos, Italia la variedad, pero el ascenso de newcomers inyecta frescura competitiva. En un contexto de inflación alimentaria (IPC +4% global), esta inclusión podría estabilizar precios y abrir nichos exportadores. El informe completo del IWSC invita a un análisis profundo: ¿sobrevivirán los titanes o se reinventarán en esta era de precisión técnica y dedicación global? El vino, más que bebida, es ahora un activo estratégico en la economía del placer sostenible.
Fuente: Más Producción