Es incuestionable que, en nuestro país, en cuanto al agua para la agricultura, son fundamentales por razones económicas, sociales y ambientales varios aspectos: El aprovisionamiento, incluyendo la protección de las cuencas; el uso eficiente y la minimización de las pérdidas; la solidaridad y el cuidado de la calidad del agua; la democratización del acceso a este recurso para la vida; y especialmente las capacidades de las personas y las instituciones. Por lo tanto, las medidas para alcanzar objetivos múltiples y tener logros al corto y mediano plazo, deben ser muy bien pensadas, diseñadas e implementadas, en un marco de prioridades; a la luz de la realidad y la experiencia.
He leído que, en por lo menos dos de las propuestas de los candidatos a la presidencia, se anticipa apoyar la construcción de grandes represas para abastecer de agua para el consumo humano y la agricultura. ¿Será esta la mejor alternativa? ¿Es esa una prioridad de corto plazo? Esta nota ofrece comentarios, que ojalá sean de utilidad para analizar mejor las propuestas y tomar las mejores decisiones.
Según inventario realizado por la ANA, en el Perú tenemos 643 represas (registradas) que presentan una altura mayor o igual a 4 metros, medida desde la cota más baja de su cimentación, o aquellas que conforman un reservorio de capacidad mayor de 300.000 m3. Quince de ellas, las más grandes, tienen una capacidad total de 3160 Hectómetros cúbicos HM3 (un hectómetro igual a un millón de metros cúbicos).
Estas quince represas tienen algunas características a destacar: Una capacidad mayor a los 50 HM3, de modo que entre las quince almacenan el 80 por ciento del agua que pasa por sistemas de represamiento. Diez de ellas fueron construidas hace más de 25 años; casi todas muestran riesgos por su inadecuado mantenimiento; han pasado por un largo proceso de colmatación debido al arrastre y depósito de sedimentos (por limitada cobertura vegetal en las cuencas). Y muy importante, varias de ellas están construidas por debajo de los 2,500 msnm (Poechos, San Lorenzo, Tinajones, Gallito Ciego y otras), de modo que sirven solo para regular el riego en la Costa. Unas pocas (El Fraile, Cuchaquesera; Condorama, Aguada Blanca, El Pañe, Pillones y Lagunillas) y sirven a zonas de mayor altitud en Ayacucho, Arequipa y Puno.
A estas quince represas grandes se suman otras 600 aproximadamente, de menor escala y los cientos de Qochas construidas por iniciativa de las comunidades campesinas y en algunos casos con apoyo de proyectos como PRONAMACHS y más recientemente, Sierra Azul y los pequeños embalses construidos por el PSI-Sierra. En la mayor parte de estas iniciativas hay mejoras por realizar referidas más adelante para asegurar su uso efectivo en forma duradera.
Los logros en infraestructura de almacenamiento merecen un reconocimiento, pero subyacen problemas que deben resolverse antes que pensar en grandes represas; entre estos se incluyen:
Y desde el punto de vista institucional las medidas son tanto más importantes y destacan:
Lo expuesto evidencia que se requieren soluciones sustentadas en la capacidad de las personas, las organizaciones de usuarios y las instituciones; y la colaboración para comprometerse en el logro de los objetivos sociales y ambientales. El tema es de alta relevancia, de modo que el análisis de estas y otras opciones es el verdadero punto de debate en base a prioridades. ©