(Agraria.pe) El sector ganadero, como parte de la cadena alimenticia del país, tuvo un alivio durante la cuarentena generalizada que no tuvo que detenerse al ser considerado parte de las actividades esenciales. Diana Cunliffe, propietaria del establo Los Sauces en El Carmen, Chincha (Ica), resalta por ello que productos como la leche no han faltado en los hogares y las empresas lácteas les han seguido comprando durante este tiempo, lo cual ha sido clave para subsistir.
Esto no significa que el sector se encuentre en el mejor de los momentos, desde luego, ya que desde antes de la pandemia por razones políticas ha sido muy golpeado ante la firma de diversos tratados de libre comercio que no protegieron a los productores nacionales de lácteos como sí ha sucedido en otros países.
“Nuestro país ha sido incapaz de proteger a los ganaderos porque se ha permitido la introducción de leche sin ajustes de precios ni barreras, cuando en los países de origen hay subsidio a la producción y la exportación, como en Argentina, donde no pagan el gas y el combustible se les da más barato…incluso en Europa al propietario ganadero se le da dinero una vez al año. Los subsidios tienen diferentes formas y son desleales para el ganadero peruano”, detalló durante una reciente charla virtual sobre la problemática del sector organizada por Inform@cción.
El maíz también es un problema
Otro aspecto de la problemática ganadera que abordó Diana Cunliffe fue lo considera una limitación al acceso a maíz transgénico que sea resistente a la plaga del gusano cogollero y a la sequía, que es un problema que se sufre en Chincha y donde esa variedad ayudaría a evitar la constante fumigación de los campos, lo que puede resultar en daños a la salud. “Si tuviéramos una semilla resistente que no tuviéramos que fumigar, a la larga sería mucho más orgánico que lo que podemos ofrecer ahora”, dijo.
Debido a esta situación, el maíz producido en el Perú resulta más caro que el importado. De hecho, según la propietaria de Los Sauces, la tonelada de maíz ensilado puede costar hasta el doble de lo que cuesta en Estados Unidos, ya que en dicho país no hay necesidad de regar ni fumigar, además de que cuentan con rendimientos más altos por hectárea a menor costo.
Finalmente, la empresaria pidió considerar el costo que implica el tema de la seguridad, que es una constante de preocupación entre los ganaderos.
