(Agraria.pe) Apostar por la producción 100% orgánica es complejo. Y lo es más cuando en pleno crecimiento aparece una pandemia que paraliza la economía local y mundial. Ese es el camino que ha tenido que transitar sin embargo Inka Gold Farm, que está próxima a cumplir tres años.
Mario Stuva, gerente de la empresa asentada en La Libertad apunta que en la actualidad cuentan con un total de 650 hectáreas: 500 de espárrago orgánico y 150 de palto. Todo en producción orgánica.
“Ha sido un reto interesante, porque el principal elemento de la agricultura orgánica es el suelo. Invertir en el suelo ha sido difícil porque no hay en Perú los insumos para hacer esto. Hay guano, compost, pero no existen elementos ni conocimientos para contribuir y lograr que el suelo sea rico, balanceado y diverso, que es lo que trabajamos ahora”, explica.
Resalta que en este corto tiempo que lleva la empresa en operaciones, han tenido hitos relevantes, como la exportación de espárrago orgánico, principalmente a Europa, y una parte a Asia. Esto desmiente que la producción orgánica no sea apta para aguantar y llegar en buen estado tras los viajes. En el caso de la hortaliza, por ejemplo, detalla en 2021 la enviaron por barco al Viejo Continente y llegó con una calidad magnífica luego de una travesía de 24 días. Esto no quita, desde luego, que pueda haber algunas malas experiencias, pero los hechos demuestran que sí es posible hacerlo con éxito.
Hoy, Stuva estima que el principal reto para crecer en su sector es la mentalidad, ya que no considera que una agricultura orgánica consista únicamente en reemplazar productos convencionales por orgánicos y tener una certificación, sino establecer otro esquema para la gestión integral del suelo y recuperar vida. “En nuestro caso, invertimos en el desierto del norte de Trujillo para crear un suelo y desarrollar agricultura sostenible […] el concepto de tener un fundo 100% orgánico es el que tratamos de desarrollar”.