Las inversiones y proyectos como impulsores del desarrollo sostenible
Las inversiones y los proyectos son herramientas complementarias y fundamentales para impulsar el desarrollo sostenible del país. Para comprender su verdadera importancia e impacto, es esencial analizar los distintos esquemas de formulación y ejecución, las dimensiones territoriales y sectoriales que comprenden, identificar los nodos y componentes del desarrollo, así como contar con información sistematizada sobre sus resultados y lecciones aprendidas.
En ese marco general, continúa pendiente la formulación del mayor proyecto de todos: el “Proyecto Perú”. Los debates en las altas esferas políticas suelen reducirse, en la mayoría de los casos, a discutir si el país debe crecer al 2 % o al 4 %, o si se hacen dos o tres carreteras más, sin abordar a profundidad el modelo de desarrollo nacional
La ausencia de una visión territorial
La discusión sobre proyectos e inversiones está frecuentemente dominada por analistas tradicionales —parciales y recurrentes—, desconectados del territorio y de las urgencias sociales, que no definen con pertinencia lo que realmente requiere el país. En este contexto, la visión de desarrollo territorial, aquella que articula regiones, sectores, sostenibilidad y poblaciones diversas, continúa siendo la gran ausente.
En los últimos meses, mientras distintos gobiernos Latinoamericanos trabajan activamente en la integración logística y comercial de sus infraestructuras para insertarse mejor en el mundo, en el Perú no se dan los pasos requeridos para construir una articulación estratégica derivada del Puerto de Chancay, que debiera fomentar el desarrollo de clústeres y mercados. La presencia marginal del Perú en la reunión China-CELAP no fue una buena señal. Chancay es tan importante que podría marcar un antes y un después en nuestra historia económica.
Modalidades de inversión: una diversidad sin rumbo
Actualmente existen diversas modalidades para formular y ejecutar proyectos: asociaciones público-privadas (APP), ya sean autofinanciadas o cofinanciadas; proyectos en activos de iniciativa pública o privada; obras por impuestos; contratos de gobierno a gobierno; inversión pública bajo el sistema Invierte.pe; inversión privada directa (como en el caso de Chancay); IOARR (Inversiones de Optimización, Ampliación Marginal, Reposición y Rehabilitación); e incluso mecanismos recientes como los proyectos con pasivos contingentes, sobre los cuales el ministro de Economía, Pérez Reyes, deberá brindar mayores precisiones.
No obstante, la clasificación técnica de los proyectos no es suficiente. Es indispensable evaluarlos también desde sus resultados concretos.
Tipología de proyectos fallidos o ineficientes
Además, existen cientos —si no miles— de proyectos que, aun habiéndose ejecutado, presentan serias deficiencias en sus fases de operación y mantenimiento, lo que limita severamente la prestación de servicios.
Caso especial: el sector agrario
En el sector agrario, urge evaluar el estado actual de las obras de riego realizadas: ¿Se están cumpliendo las metas previstas o han decaído? ¿Es posible optimizar el uso del agua sustituyendo tecnologías obsoletas como el riego por inundación? Igualmente, deberían evaluarse los proyectos ejecutados por gobiernos distritales y provinciales para medir su eficacia y sostenibilidad. Mucho tememos que los resultados serían desalentadores.
Hacia un nuevo modelo de gestión
Es necesario avanzar hacia nuevos modelos de gestión. No es aceptable que los proyectos ejecutados bajo la modalidad de gobierno a gobierno cuesten tres o cuatro veces más que si se ejecutaran bajo esquemas nacionales. Debe mejorarse la normativa interna, en lugar de resignarse a pagar más por resultados ineficientes, con subcontratación a empresas peruanas en condiciones desventajosas.
Tampoco es correcto que, en los proyectos APP cofinanciados, sea el Estado quien adelante recursos, garantice inversiones y asuma los riesgos, y que además se estipule que, si no se alcanzan las metas previstas, sea el Estado quien absorba las pérdidas.
Por definición, un proyecto debe generar un retorno aceptable. En esa línea, sería necesario conocer si proyectos como Majes, Chavimochic I y II, y Olmos han alcanzado los retornos esperados. A juzgar por Majes I, todo indica que no. En teoría, un proyecto se formula para resolver problemas; en nuestro caso, muchas veces no es así.
No olvidemos que en el tránsito del esquema SNIP a Invierte.pe se quedaron miles y miles de proyectos sin ejecutar en los estantes del MEF.
Pregunta crítica: ¿Cuándo se jodió el Perú?
Hace falta un mínimo de criterio técnico y amor propio. Los proyectos de inversión fallidos deben formar parte del análisis al enfrentarnos a la pregunta crítica: ¿Cuándo se jodió el Perú?
Hay proyectos necesarios para el país que no coinciden con los tiempos o intereses del sector privado. En ese sentido, el Estado debe fortalecer su acción promotora e intervenir con decisión mediante estrategias adecuadas en sectores como el turismo, la forestería, la acuicultura, la biodiversidad, la inteligencia artificial, sin olvidar la gran tarea de poner en valor activos culturales como Caral, Wari, Nazca, Chavín, Kuelap, entre otros.
Conceptos e ideas que considerar en los futuros proyectos
Conclusión
Solo con una mirada integral, orientada al territorio, centrada en resultados y con una participación ciudadana efectiva, los proyectos e inversiones podrán realmente contribuir al cierre de brechas y a la construcción de un país más equitativo, productivo y resiliente.
El “Proyecto Perú” no puede seguir siendo un enunciado vacío. Necesitamos voluntad política, visión estratégica y compromiso colectivo para convertirlo en realidad. En esa tarea, urge reconceptualizar todo el sistema de inversión en el Perú.