Capacitación a cooperativas para la producción orgánica de alimentos y hasta una fundación especializada, son algunas de las acciones que estas empresas han emprendido para impactar positivamente en su entorno.
(Agraria.pe) La compañía Vera Biotrade S.A.C., dedicada a la consultoría y comercialización de productos a base de maca, maíz morado, camu camu, entre otros, conoce la importancia de contribuir con la sociedad a través de diversas iniciativas.
Su fundador y CEO, Jonathan Vargas Machuca, dice que la responsabilidad social es ser consciente del rol e impacto positivo de la actividad empresarial en el planeta. En ese sentido, promueve la responsabilidad ambiental capacitando a cooperativas y asociaciones agrícolas en temas de producción orgánica de alimentos, minimizando el impacto ambiental de la actividad agrícola y el biocomercio internacional.
En lo que respecta al desarrollo económico sostenible, mejora la situación competitiva de sus aliados estratégicos con asesoría técnica y financiamiento de recursos. “La organización y formalización del agro son piezas claves en el desarrollo sostenible, por eso trabajamos todos los años en la constitución de nuevas cooperativas agrarias en Cusco. Es una ventaja clara para el Perú si el sector agrícola es más formal”, comenta.
Vargas Machuca señala que busca capacitar a los agricultores para que sepan que los elementos intangibles de diferenciación, sí impactan en los precios de sus productos de manera real, inmediata y positiva, y que esos valores tienen el potencial de crear más riqueza para ellos y sus familias.
Vera Biotrade proyecta beneficiar a más productores año a año. La empresa está convencida de que solo compartiendo conocimientos con toda la cadena de valor se construirá un futuro más competitivo y socialmente responsable.
Apoyo a la sociedad
La empresa San Roque S.A., conocida por su producto emblemático, el King Kong, es otro ejemplo de aplicación de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). En sus inicios, las ganancias de la venta de ese producto las destinaban a la compra de víveres y desayunos para indigentes. Esta noble causa se realizaba principalmente por el Día de San Antonio de Padua y Navidad.
Ahora, con su fundación ‘San Roque’, está al servicio de los niños lambayecanos en extrema pobreza, brinda alimentación, educación, asistencia médica, talleres educativos, físicos y artísticos todo el año.
Su gerente comercial, Ana Lucía Mendoza, detalla que este centro ayuda alrededor de 30 pequeños. “Los padres de familia también se benefician con las charlas sobre erradicación de malos hábitos alimenticios, psicología para madres, maternidad y paternidad responsable, prevención de infecciones transmisibles, entre otros”, precisa.
La vocera manifiesta que la empresa también apoya a la sociedad con el uso de bolsas biodegradables con un aditivo especial de última generación denominado TDPA (Totally Degradable Plastic Additives), las cuales, una vez desechadas, inician su proceso de degradación luego de casi un año, fragmentándose en pedazos pequeños hasta convertirse en agua.
Fuente: Revista “Perú Exporta” de ADEX, edición noviembre-diciembre 2018.
