(Agraria.pe) En 2023, la agricultura peruana se enfrentó a uno de sus mayores retos en más de tres décadas, lidiando con la escasez mundial de fertilizantes, la inflación, las condiciones climáticas adversas tanto en la región norte como en la sur, y el estrés hídrico. Esta convergencia de factores culminó en los peores resultados del sector en más de treinta años.
Con una mano de obra que representa más de una quinta parte de los empleados del país, la recuperación de este sector vital es primordial para la estabilidad económica y la prosperidad de Perú.
Las repercusiones de la crisis agraria se hicieron patentes al desplomarse la producción agrícola un 4.1% en 2023, lo que supuso su primer crecimiento negativo en catorce años y el mayor descenso desde 1992. El impacto fue especialmente pronunciado en los cultivos agroexportadores y los destinados al consumo interno.
En particular, la producción de arándanos se llevó la peor parte de las condiciones climáticas adversas, experimentando una asombrosa contracción del 30%, debido principalmente a las intensas lluvias y las altas temperaturas en regiones del norte como La Libertad y Lambayeque. Este descenso se extendió a otros cultivos clave para la exportación, como las aceitunas, los espárragos y los mangos, contrarrestando las modestas ganancias de las uvas, las paltas y el café.
Durante 2024, el fantasma del fenómeno de El Niño se cierne sobre la región, lo que supone un riesgo sustancial para la productividad agrícola. Los estudios sugieren que el fenómeno podría provocar una reducción de hasta el 0,25% en la producción agrícola, y se prevé que el norte de Perú sea el más afectado.
Aunque en las últimas semanas se ha observado una moderación de los riesgos climáticos, los efectos adversos de El Niño podrían persistir durante casi un año, perturbando los ciclos de siembra y agravando los problemas existentes.
De cara a estos retos, se hace evidente la necesidad de invertir en proyectos de infraestructuras productivas a gran escala.
Iniciativas como Chavimochic III, que duplicará la frontera agroexportadora del país, ofrecen vías prometedoras para revitalizar el sector. El proyecto Chavimochic III pretende regar unas 100.000 hectáreas de tierras agrícolas en Perú. Sin embargo, el lento avance de numerosos proyectos de inversión, con la asombrosa cifra de 281 proyectos paralizados a finales de 2023, subraya la urgente necesidad de esfuerzos concertados en todos los niveles gubernamentales.
Además, el estancamiento del proyecto de irrigación Majes Siguas II en Arequipa subraya los obstáculos que impiden la recuperación del sector. El proyecto Majes-Siguas en Perú implica el desvío de agua del río Colca al río Siguas para el riego, con planes de ampliar la fuente de agua para incluir el río Apurímac.
El camino hacia la recuperación agrícola en Perú requiere un enfoque multifacético que abarque la inversión en infraestructuras críticas, la promoción de la diversificación de cultivos y medidas proactivas para mitigar los riesgos climáticos. Dado que la agricultura es la piedra angular de la economía peruana y una importante fuente de empleo, es imperativo aunar esfuerzos para superar los retos de 2024 y más allá.
Fuente: Portal Frutícola