09 febrero 2021 | 09:19 am Por: Redacción

El campo necesita un banco, un buen banco

Agrobanco: una “papa caliente”

Agrobanco: una “papa caliente”
Por tipo de institución financiera, la morosidad más alta del sector agropecuario se registra en Agrobanco con 83.6%, señala al primer trimestre 2020, el documento “Informe de Gestión”, de la Dirección General de Seguimiento y Evaluación de Políticas, del Midagri. El mismo documento señala que la morosidad anual en Agrobanco fue en 2020 (I semestre) de 84.4%. Agrobanco, con su capacidad operativa disminuida, limitada, casi clandestina, hace lo que puede para subsistir.

Por:  Efraín Gómez Pereira, periodista agrario

(Agraria.pe) César Manuel Quispe Luján, destacado profesional ligado al mundo del cooperativismo, de quien sus conocidos afirman se trata de un personaje intachable, asume la presidencia del Agrobanco, entidad llamada a financiar a los pequeños y medianos productores agropecuarios del país.

Lo hace en un momento de seria dificultad para esa entidad. ¿De fomento?, ¿De desarrollo? Sus números financieros pintan rojo desde hace varios años. Y la tendencia continúa, a pesar de los “salvatajes” dispuestos mediante incremento de capital, o de encargos de administrar fondos especiales del gobierno, o de alunas normas de “fortalecimiento” dictadas en el Congreso.

Según información oficial publicada y recogida de diversos medios, en el ejercicio 2017 Agrobanco cerró con pérdidas de S/ 340 millones. El 2018 las pérdidas sumaron S/ 131 millones; el 2019 a S/ 95 millones, y el 2020, hasta noviembre, según el portal de la SBS, llegan a S/ 54 millones.

El año 2017 fue crucial para el banco. Se identificó 35 créditos otorgados a grandes empresas que jamás debieron acceder a esa entidad. El directorio de Agrobanco hizo público el escándalo y precisó que, para entregar esos créditos millonarios, que comprometió el 50% de su cartera, gestiones anteriores distorsionaron el rol del banco. Ese mismo año se iniciaron procesos judiciales y algunos embargos contra esas grandes empresas deudoras.  

Sería interesante conocer cuál es la situación actual de su cartera; es decir, créditos vigentes, atrasados, refinanciados y, sobre todo, judiciales. ¿Los están cobrando? Con esos indicadores se podría señalar el nivel de mora que arrastra y que, según se desprende de lo observado a noviembre 2020, supera el 61%.

“Por tipo de institución financiera, la morosidad más alta del sector agropecuario se registra en Agrobanco 83.6%”, señala al primer trimestre 2020, el documento “Informe de Gestión”, de la Dirección General de Seguimiento y Evaluación de Políticas, del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri).

El mismo documento es contundente sobre Agrobanco: “El incremento sustancial en la cartera atrasada, pasó de S/ 122 millones en el periodo 2016 a S/ 478 millones en el periodo 2017 (crecimiento anual de 293%) explicado por el deterioro o cese de pagos en la cartera no minorista, la cual está conformada por créditos grandes y al sinceramiento de la morosidad en los créditos”.

Esta lectura señala que la morosidad anual en Agrobanco fue: 2017, 33%; 2018, 67%; 2019, 84.6%; 2020 (I semestre), 84.4%. ¿Y en qué momento interviene la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS)? ¿Quién o quiénes son los responsables de esta penosa situación? Y la cartera de los fondos del Midagri que administra Agrobanco ¿en qué situación se encuentra?

Lo que se conoce es que Agrobanco, con su capacidad operativa disminuida, limitada, casi clandestina, hace lo que puede para subsistir. “No coloca ni cobra”, asegura un exfuncionario que observa con preocupación el panorama.

A todo este drama se debe agregar que su “público objetivo”; es decir, los productores de la agricultura familiar, no pueden acceder con agilidad a los recursos de emergencia asignados por el gobierno a través del programa FAE-Agro, que en plena campaña grande, época de siembras, ha colocado apenas S/ 47 millones, de los dos mil millones destinados todavía en julio del año pasado. Agrobanco no es partícipe de FAE-Agro, por razones que la burocracia nunca explica.

¿Qué hacer para que Agrobanco se recupere y subsista y, sobre todo, para que los pequeños productores del campo, que no tienen acceso fácil al sistema financiero, por el riesgo que conlleva esta actividad, puedan tener el respaldo oportuno para sus actividades económicas? Los expertos tienen la palabra.

Hay opiniones radicales que señalan que el cierre es su único camino. Otras, que se convierta en banca de segundo piso. Otras más, que sea administrador de fondos, tipo Mivivienda, y canalice sus recursos a través de las instituciones financieras.

Los créditos que otorgue con fondos de Agroperú y Agroideas, a través de cajas y cooperativas, estarían destinados a micro y pequeños. Los otros recursos, para medianos y grandes, a través de los bancos. Ambos con tasas preferenciales y largo plazo.

Será necesario incorporar fondos de garantía estatal, tipo FAE-Agro y seguro agrícola comercial obligatorio, además de aplicar una política financiera de fomento y desarrollo, desligada de los aires politizados o emparentados a los gobiernos de turno. La transparencia la debe garantizar la presencia permanente de un representante genuino de los pequeños productores en el directorio.

Para César Quispe, flamante presidente de Agrobanco, es realmente una papa caliente con la que tiene que lidiar a mano firme. La experiencia en el manejo del Movimiento Cooperativo de Ahorro y Crédito del Perú, es su gran potencial. Lo será también, su propia capacidad personal de enfocar la mira con el concepto del cooperativismo y no caer, como sus antecesores, en la nebulosa de la burocracia o de las injerencias políticas. El campo necesita un banco, un buen banco.

 

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