(Agraria.pe) Desde las fértiles tierras de San Martín y Piura, en Perú, hasta las estanterías de comercios en Países Bajos y Bélgica, el cacao peruano ha dado un salto cualitativo en la trazabilidad y la sostenibilidad. Gracias al proyecto MiCacao, liderado por Open Food Chain y Helvetas Perú y financiado por el I4AgFund de Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit GmbH, se ha lanzado al mercado la primera barra de chocolate 100% trazable y completamente alineada con la normativa europea EUDR.
El corazón de esta revolución reside en una plataforma digital de código abierto que permite a los productores cumplir con los exigentes requisitos de la Unión Europea y, al mismo tiempo, ofrecer a los consumidores información fiable y verificable sobre la procedencia y el recorrido del cacao. Agricultores de Norandino y la Cooperativa Agraria Acopagro Ltda., en Perú, emplean la aplicación Identi para registrar los datos de cada paso y mantener la titularidad sobre ellos, garantizando así la transparencia y la autenticidad del producto.
El chocolate, elaborado por Chocolatemakers | B Corp en Países Bajos y Belvas en Bélgica, ya está disponible en los supermercados Udea (Ekoplaza), marcando el inicio de una cadena de suministro completamente trazable de extremo a extremo, la primera de su tipo, con el objetivo de que otras muchas sigan su ejemplo.
Este ecosistema digital asegura que toda la información —desde la finca hasta la tableta de chocolate— permanezca bajo control de los productores, anclada en la blockchain pública de Open Food Chain y verificada por Global Forest Watch. Al escanear el código QR impreso en el envase, los consumidores pueden descubrir la historia completa del producto: transparente, responsable y con el sello de calidad del cacao peruano.
El proyecto cuenta, además, con el respaldo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania, consolidando así una alianza internacional en favor de la sostenibilidad y la digitalización de las cadenas de valor.
Este avance no solo representa un gran logro para el cacao peruano, sino que también señala el camino hacia un futuro en el que la trazabilidad, la responsabilidad social y el empoderamiento digital de los productores sean la norma y no la excepción.