Según el Ministerio de Agricultura (2016), en el Perú, el cultivo de papa es el sustento de más de 700 mil familias, especialmente de las zonas productoras de las regiones de Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco y Junín. Además, Perú es considerado el principal productor de papa de América Latina, produciendo más de 4,7 millones de toneladas anuales extendidas a lo largo de una superficie sembrada de 318,530 hectáreas. Sin embargo, el rendimiento promedio nacional es uno de los más bajos de la región con una producción inferior a las 15 toneladas/ha.
El gran desafío en la actualidad no es solo aumentar el rendimiento y la cantidad de papas de primera para que las familias productoras tengan más volumen para comercializar, sino también mejorar la calidad del tubérculo. Para Yara, hablar de calidad, significa que el cultivo sea uniforme, presente buenos tamaños, no tenga deformaciones, esté libre de problemas físicos y fisiológicos que mejoren la resistencia a enfermedades y al clima, etc.
Para lograrlo, es fundamental aplicar un programa de nutrición balanceado, en especial, fertilizar con nitrógeno, fósforo, potasio y calcio. El primer paso será cambiar la práctica agrícola tradicional por una más eficiente y completa; es decir, aquella en la que únicamente se aplican fertilizantes convencionales como la urea y el fosfato que son ineficientes, insuficientes y contaminantes.
El nitrógeno debe ser aplicado en forma nítrica en mayor proporción que la amoniacal porque permite una mayor absorción de otros macronutrientes. Este elemento impulsa el crecimiento del cultivo y ayuda al establecimiento de la plantación al igual que el fósforo. Este último nutriente promueve el desarrollo radicular lo que influye en un mayor número de tubérculos por planta.
El potasio juega un rol importante al ser el principal llenador del tubérculo por su relación con la absorción de agua. Además, aumenta la resistencia al stress -en especial en épocas de heladas- e incrementa el rendimiento por hectárea.
Finalmente está el calcio. Este nutriente presenta una serie de beneficios como una mayor resistencia de la pared celular, la cual aumenta la conservación de la semilla, mejora la brotación en el momento de siembra, aumenta la resistencia del tubérculo a diferentes enfermedades y genera un aumento de 15-20% de papas de primera.
Con la dosis adecuada de nutrientes para cada etapa del cultivo, las familias productoras tendrán mayor abundancia, más papas de primera, y un tubérculo de mejor calidad y más resistente a agentes externos.
Caso de éxito
Manuel Socualaya es uno de los agricultores referentes de la provincia de Chupaca en Huancayo. Cuenta con más de 120 hectáreas en las que siembra distintos cultivos como zanahorias, maíz, ajos, alberjas, y, sobre todo, papa. Hace más de 23 años que se dedica al campo y siempre consideró como factor de éxito la inversión en tecnología y buenos insumos. Hace algunos años decidió aplicar el programa nutrición balanceada de Yara alcanzando resultados muy positivos en rendimientos y calidad.
“La clave para lograr buenos resultados en el cultivo de papa consiste en elegir una buena semilla, aplicar un programa de nutrición balanceado con productos de calidad y utilizar maquinaria y tecnología. Una buena inversión en todo esto sumado a un manejo integral del cultivo permite asegurar una cosecha abundante y papas de primera”, señaló.
Manuel asegura que antes de utilizar el programa nutricional de Yara obtenía -en su hectárea más productiva- entre 50 y 55 toneladas. Hoy, aplicando YaraMila Complex y YaraMila KABAL durante la siembra y YaraLiva NITRABOR durante el aporque obtiene entre 80 y 90 toneladas en esa misma hectárea con una taza comercial del 90 por ciento; es decir, papas de primera.
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