Recientemente, el 17 de junio 2021, se cumplieron 50 años desde que Richard Nixon declaró a las drogas como “el enemigo público número uno de Estados Unidos”. Hay que recordar que a partir de esta decisión se comenzaron a diseñar e implementar una serie de políticas tanto a nivel policial como a nivel político y económico, que ahora involucran a muchos países alrededor del mundo (entre ellos el Perú).
En el Perú, estas políticas (a través del Estado y diversos proyectos de la cooperación internacional) se han venido implementando desde hace una buena cantidad de años (por lo menos 30). Si vemos el lado de la oferta podríamos preguntarnos ¿porqué después de tantos años persiste el cultivo de coca a nivel de diversos territorios? La respuesta directa podría ser, es que existe demanda, pero habría que explorar un poco más a fondo para identificar razones más específicas que permitan repensar las diversas políticas que se han venido promoviendo en los últimos años.
Sobre este punto un reciente artículo publicado en el Washington Post indica que los cultivos de coca se mantienen “…. Porque, dentro del ecosistema de la escasez, la coca ofrece una comercialización expeditiva, con liquidez inmediata, cultivo sencillo y varias cosechas al año …”.
Para el caso peruano, dos cultivos han podido desarrollarse a partir de intervenciones promovidas por la cooperación internacional y el Estado en el marco del concepto de Desarrollo Alternativo. Por un lado, el Café que en base a la mejora de la calidad del denominado café convencional ha consolidado su inserción al mercado y por el acceso a nichos de cafés especiales (incluidos los de certificación orgánica) ha ampliado su acceso a mercados exigentes en calidad. Por otro lado, también se encuentra el Cacao, que ha podido generar producción primaria de alta calidad, logrando que su exportación se expanda (ya no limitándose sólo a la industria local).
Si bien es cierto estos avances son interesantes, todavía no llegan a promover las bases para lo que podemos denominar una “economía lícita” a una escala suficiente para desincentivar el cultivo de coca en las zonas de producción. Un tema clave a manejar en esta problemática es la innovación, donde se tiene que ser más dinámicos en las respuestas. Por ejemplo, se sabe que el rendimiento de la hoja de coca ha mejorado y esto se ha logrado con la difusión de técnicas agrícolas de poda, fertilización, control de malezas, plagas —la mayor parte de las veces con agroquímicos— y sobre todo introduciendo variedades con mayor productividad, más resistentes al clima y patógenos, variedades que mejoran el rendimiento durante el proceso de extracción del alcaloide. Todo esto supone haber realizado acciones de investigación y desarrollo alrededor de este cultivo, por parte de los agentes económicos involucrados en este negocio ilícito.
Cuando vemos la situación del desarrollo de innovaciones (comerciales, tecnológicas, institucionales) en cultivos de café y cacao todavía es un tema en proceso, lo que ha quedado expuesto cuando se presentó la crisis de la roya del café o la actual situación de la presencia de cadmio en cacao (como un factor de aceptación comercial). No se contaban con respuestas rápidas (a la mano) por el lado de la investigación y la innovación. Lo mismo es válido para una serie de otros productos de la selva peruana (donde anteriormente se han realizado intervenciones de diverso tipo a nivel productivo, agroindustria y comercial).
Se debe dar una mirada integral a esta problemática, partiendo de reconocer que en los territorios donde conviven estas acciones son zonas de pobreza y pobreza extrema, pero que tienen un alto potencial productivo y comercial. La idea sería promover acciones ligadas a: i) fortalecer capacidades y crear oportunidades para desarrollar actividades económicas lícitas viables; ii) prestar atención a las condiciones para el desarrollo humano (atención a las personas); iii) mejorar el capital social a nivel de territorios (organizaciones locales); iv) articular la participación de la institucionalidad local en las acciones implementadas, sobre todo en infraestructura económica y social (gobiernos regionales, locales, instituciones del Estado); iv) potenciar la provisión de servicios sociales de calidad articulados a otras acciones promovidas; v) promover espacios de diálogo (en los ámbitos local y nacional) para la armonización de las diferentes intervenciones; vi) desarrollar innovaciones alrededor de las actividades productivas de selva como base su desarrollo productivo y comercial.
Si no se cuenta con un enfoque integral y masivo de intervención seguirá persistiendo el denominado “efecto globo” tanto a nivel de países como en regiones específicas (baja la producción en un país/región, pero sube en otro país/región) y en el agregado su presencia como actividad económica se sigue manteniendo o aumentando.