(Agraria.pe) Hablar de “cacao libre de deforestación” se ha vuelto cada vez más común en reuniones, auditorías, conferencias y mesas de negociación. “Pero ¿qué implica realmente decir que un cacao cumple con esto? ¿Y cómo se logra en la práctica?”, se pregunta Juan Alfonso Pacherre, especialista en sostenibilidad, trazabilida y fortalecimiento de la cadena de valor del cacao.
La respuesta ha cambiado mucho desde que la Unión Europea aprobó el Reglamento EUDR (EU 2023/1115), refiere. Y es que la EUDR establece que, a partir del 30 de diciembre de 2025, las empresas grandes deberán garantizar que el cacao y otros productos como madera, soya, café, entre otros que comercializan en la Unión Europea , proviene de fincas que no fueron deforestadas después del 31 de diciembre de 2020. Además, deben demostrar que este producto cumple con las leyes locales del país de origen, incluyendo aspectos de tenencia de tierra, derechos laborales y normas ambientales.
Pero, como suele suceder con las regulaciones globales, entre el texto legal y la realidad hay mucho que desmenuzar.
De los requisitos a la realidad
“Desde la perspectiva de quien trabaja directamente con productores, la implementación del EUDR es mucho más que un ejercicio de cumplimiento. También es un ejercicio de empatía y construcción de confianza”, define el especialista.
Y explica a continuación su experiencia en el campo: “El último año he caminado junto a equipos técnicos y productores por caminos de diferentes países como México, República Dominicana, Perú, Ecuador, etc., aveces durante horas para llegar a una finca remota, solo para poder marcar las coordenadas de un cultivo de cacao que lleva décadas ahí. He estado en talleres donde la primera tarea no es explicar el EUDR, sino generar confianza para que los asistentes no se levanten y se vayan. Y he escuchado muchas veces la misma pregunta: ¿Y esto en qué me beneficia a mí? Cambiar prácticas no es algo inmediato. No porque los productores no quieran, sino porque no siempre han tenido las condiciones para hacerlo distinto. Y eso es algo que los marcos legales no siempre contemplan: el tiempo humano”.
Lo que no se ve en un reporte
Juan Alfonso Pacherre sostiene que cuando se revisa un archivo y se encuentra una finca que aparece como “cumple”, lo más probable es que esa celda en verde haya tomado semanas o meses en consolidarse. Lo que no aparece en los informes son las visitas hechas bajo lluvia, las reuniones informales en cocinas improvisadas, los días de campo compartidos con equipos locales, y todas esas conversaciones que no se documentan, pero son fundamentales.
“Y es ahí donde se construye el verdadero cambio”, señala: Cuando un productor pasa de ver la normativa como una imposición a entenderla como una oportunidad. Cuando dice: “Antes no le veía sentido, pero ahora entiendo por qué es importante conservar el bosque”. Esa comprensión no se impone; se construye con presencia, paciencia y diálogo.
Tecnología sí, pero no sola
Otro punto de su análisis son las herramientas digitales, que permiten avanzar mucho más rápido: plataformas para trazabilidad, mapas satelitales, verificaciones automáticas, análisis de riesgo. Todo eso suma, pero no reemplaza la conversación en campo. No sustituye la mirada del técnico que ya conoce la historia de esa finca. Y no compensa la confianza que se gana caminando al lado de los productores.
Por ello, asegura que trabajar con cacao libre de deforestación exige ambos frentes: la solidez del sistema y la cercanía humana. Uno sin el otro no garantiza impacto.
Lo que viene
Con el nuevo plazo establecido para diciembre de 2025, adviete que muchas empresas podrían sentirse tentadas a esperar un poco más antes de actuar. Pero el tiempo ya está corriendo. La clasificación por riesgo ya es pública, y lo que antes era incertidumbre, hoy es una ruta clara.
Los próximos meses son clave, no solo para ajustar sistemas, sino para preparar a los equipos y productores. Porque este no es un reto de cumplimiento, es una transformación cultural que necesita inversión, presencia y coherencia.
Una historia que vale la pena contar
“Decir que un cacao es libre de deforestación no debería ser solo una etiqueta o un argumento comercial. Debería ser una historia verdadera. Una que empieza en el campo, se fortalece con decisiones informadas y termina en una barra de chocolate que puede sostenerse con orgullo. Y como toda historia real, lleva tiempo, personas y compromiso. ¿Estamos dispuestos a invertir lo que realmente toma construirla? Un cacao libre de deforestación no se construye con mapas, sino con presencia. No se logra con prisa, sino caminando junto al productor”, concluye.