Miguel Ordinola
Secretario Ejecutivo-Alianza de Aprendizaje Perú
Docente de Post Grado de la Pontificia Universidad Católica del Perú
La biodiversidad es un elemento clave en la producción de alimentos. En el Perú, el 75% del consumo alimentario proviene de la agricultura familiar, en su mayor parte cultivada por pequeños productores que manejan una serie de cultivos y con amplia diversidad. La biodiversidad –tanto silvestre como cultivada– contribuye a la sostenibilidad de la producción agrícola mediante el acceso a la diversidad genética y al material necesario para impulsar la innovación y la adaptación a nuevos procesos.
El Perú es el país con mayor número de variedades de papa, ají, maíz, granos, tubérculos y raíces andinos, pese a lo cual todavía no existe información amplia, concreta y disponible sobre su alto valor nutricional y su potencial aporte a la salud, que los convierta en alternativas para la seguridad alimentaria y generación de ingresos vía la diferenciación comercial. Frecuentemente, los aportes nutricionales y de salud de la biodiversidad no se toman muy en cuenta, dejando de lado que cuando se conectan la biodiversidad, la agricultura y la nutrición pueden lograr una fuerte asociación que conduce a una mayor seguridad alimentaria y nutricional.
Persisten algunas barreras para el fomento y la integración de la biodiversidad en la mejora de la alimentación y la nutrición: i) Desconexión entre los sectores de la salud, la biodiversidad, la agricultura y otros (incluida la educación); ii) Escasa investigación nacional e internacional sobre el potencial de la biodiversidad para la salud y la nutrición; iii) Los enfoques basados en los alimentos biodiversos con frecuencia quedan fuera del ámbito de la nutrición clínica y la salud pública; iv) Limitada capacidad institucional para promover de manera multisectorial enfoques para aprovechar plenamente los vínculos entre la biodiversidad, la agricultura y la salud; v) La aparente falta de datos que vinculan la diversidad biológica con la diversidad alimentaria y las mejoras en los resultados nutricionales; vi) La información relevante está muy fragmentada, dispersa en diversas publicaciones e informes y no son fácilmente accesibles para los responsables de las políticas e investigadores; vii) La infraestructura y los mercados todavía no están desarrollados para la mayoría de los productos de la biodiversidad; viii) Escasa articulación de acciones de promoción para el consumo de la biodiversidad tomando como factor de diferenciación su aporte a la salud y la nutrición.
En este contexto, la investigación y la innovación pueden realizar contribuciones importantes y se hace necesario que se tomen decisiones para acelerar la promoción de investigaciones de manera conjunta entre varias disciplinas que permitan en el corto plazo realizar innovaciones y desarrollo tecnológico basado en los recursos genéticos de nuestra biodiversidad.
Se debe insistir ante los decisores de política y la opinión pública en general, que la biodiversidad juega un rol importante para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, ya que permite: i) aumentar la disponibilidad de alimentos de calidad; ii) ser una fuente importante de ingreso para el pequeño productor que sustenta su acceso a alimentos; iii) asegurar la disponibilidad de alimentos con un alto valor nutricional y aporte a la salud, tanto para mercados locales como internacionales. Los alimentos no solamente deben estar disponibles y accesibles, sino también deben ser de la calidad y diversidad adecuadas en términos de energía y micronutrientes.
¿Porqué no pensar que la biodiversidad es una fuente de ventajas competitivas con miras tanto al mercado nacional como mundial? Una publicación del BID “La próxima despensa global: Cómo América Latina puede alimentar al mundo”, indica que nuestra región debería evaluar y mirar la mejor manera de insertarse en el actual contexto del comercio agroalimentario y por nuestro lado pensamos que la biodiversidad puede ser un factor clave. Comenzar a trabajar este tipo de enfoques es importante y sería un aporte clave para lograr lo que podemos llamar “La Responsabilidad de Valorar la Biodiversidad”, con una mirada global y de mayor sostenibilidad para los próximos años.