Recientemente se instaló nuevamente la denominada CONICA (Comisión Nacional para la Innovación y Capacitación en el Agro) cuya finalidad es apoyar en las actividades de investigación, innovación, capacitación y transferencia de tecnología en materia agraria (hay que indicar que esta instancia se creó el 2008).
No cabe dudad que los resultados derivados del proceso de innovación en el sector agropecuario demuestran que innovar genera riqueza. Se debe tener claro que innovar es una inversión, por lo que se debe invertir de mejor manera y hacer una transformación en el modelo de investigación y transferencia, que tradicionalmente ha estado basado en una lógica lineal, para motivar procesos participativos y multiactores que redunden en una visión sistémica del escenario de la innovación.
La innovación debe verse dentro de un concepto más amplio y no solamente desde lo productivo. No basta con considerar los temas de semillas, variedades, plagas, enfermedades, etc. Por el contrario, se deben adoptar los conceptos de innovación comercial e institucional en el marco de las alianzas y abandonar la idea de que un solo centro o una sola institución puede resolver todos los problemas.
En este contexto, la innovación institucional es muy importante, ya que permite crear nuevos modelos de relación entre diversos actores. Por lo anterior, es necesario incluir en estos espacios tanto al sector público como al sector privado.
En este marco, cuando se ve que La Molina (más precisamente, en la Av. La Molina) a lo largo de alrededor de 1.5 km se encuentran las sedes de diversas instituciones relacionadas con el agro y la investigación: Ministerio de Agricultura y Riego MINAGRI (políticas), Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura IICA (políticas, desarrollo), Universidad Nacional Agraria La Molina (investigación, desarrollo, academia), Instituto de Investigación Nutricional IIN (investigación), Centro Internacional de la Papa CIP (investigación y desarrollo, y además aloja a otros centros internacionales como el CIAT, Biodiversity e ICRAF), Servicio Nacional de Sanidad Agraria SENASA (sanidad e inocuidad), Instituto Nacional de Innovación Agraria INIA (investigación, desarrollo), Universidad San Ignacio de Loyola USIL (negocios, emprendimientos); la pregunta que surge es como podría articularse toda esta valiosa masa crítica de trabajo científico de instituciones públicas y privadas, que geográficamente se encuentr
an bastante cercanas, pero que no necesariamente se articulan entre sí.
Cada una de estas instituciones tiene un importante capital científico y sus alcances llegan a todo el país (investigadores, laboratorios, equipamiento, proyectos en marcha, emprendimientos, etc.) que podría ser interesante aprovechar de manera conjunta en el marco de lo que podríamos llamar un Hub de Innovación.
Promover una plataforma de este tipo puede permitir: i) espacios para el diálogo y establecimientos de contactos; ii) alianzas que mejoren el conocimiento en diversos temas; iii) difundir información y datos de avances científicos en temas específicos; iv) generar estadísticas y bases de datos que se puedan compartir de manera amplia; v) relacionamiento internacional de avances tecnológicos (ida y vuelta); vi) acceso a una masa importante de investigadores altamente capacitados; vii) contar con un amplio acervo bibliográfico de las investigaciones realizadas; viii) consolidar la formación académica de una nueva generación de investigadores, entre otros. La agricultura peruana tiene el reto a futuro de mejorar la productividad y calidad de sus productos y necesita entrar a las corrientes mundiales de la innovación aprovechando muchas de las iniciativas actualmente en curso, pero de manera articulada.
La CONICA, además de plantearse el tema de formular la Política y el Plan Nacional de Innovación, podría impulsar este Hub de Innovación de manera concreta, ya que geográficamente existe y lo que se necesita es una iniciativa que pueda relacionar los diferentes trabajos que ya se vienen realizando (donde la construcción de una gran base de datos es clave). La experiencia internacional nos ha demostrado que el verdadero motor de la innovación no son los genios solitarios, sino la colaboración de diversos actores públicos y privados en función a objetivos concretos y de alto impacto a nivel del público objetivo final (en este caso los pequeños productores). Además, este tipo de modelo se puede replicar a nivel nacional donde existen universidades, instituciones de investigación y desarrollo (púbicos y privados), gobiernos regionales, entre otros, que vienen promoviendo acciones de investigación y desarrollo. La otra alternativa es que alguna de estas instituciones se anime a dar el primer paso para construir e
ste espacio, cuya primera etapa puede ser construir una gran base de datos de las actuales investigaciones, lo que en sí mismo ya constituye un gran aporte.
Finalmente, la innovación debe visualizarse en un contexto más amplio que el productivo o tecnológico; en esa óptica, es importante considerar las innovaciones institucionales, tecnológicas, sociales y comerciales en las que cada institución puede tener un mayor “expertise” y compartirlo. Es fundamental tener presente que los procesos de innovación son a largo plazo y para construir este tipo de accionar es necesario tener presente que las alianzas se deben iniciar “en casa” y con lo ya existente, en el marco de un objetivo común.