Especialistas desarrollan diversos modelos de trabajo para mejorar la producción del tubérculo y conversarlo en su gran variedad nativa para las futuras generaciones. Próximos a la celebración del Día Nacional de la Papa bien vale la pena conocer esta labor.
(Agraria.pe) La ciencia no podía dejar de jugar un rol importante en la conservación de nuestra diversidad biológica, especialmente cuando hablamos de alimentos emblemáticos como la papa que tiene una amplia variedad en sus versiones nativas. A este trabajo se ha abocado el Banco de Germoplasma del Centro Internacional de la Papa (CIP) para que las futuras generaciones gocen de esta riqueza ancestral.
“Este es un trabajo que se realiza desde hace 45 años. El mandato que tenemos es rescatar, conservar, producir material de calidad para los agricultores, generando nuevas semillas, proveyendo genes y haciendo estudios para que surjan papas mejoradas. La papa no debe faltar nunca y es el sustento de la agricultura y la alimentación de hoy y el futuro. Tenemos un promedio de 2,500 muestras de papas nativas recogidas en suelo peruano. Trabajamos con los agricultores de comunidades andinas para ellos sean los beneficiados”, comentó Ana Panta Lalopú, representante del Banco de Germoplasma del CIP.
De acuerdo a la investigadora, la papa es devuelta a los campos en condiciones saludables para apoyar a los productores, lo que también es una manera de responder ante eventos como el cambio climático, pues muchas de las papas nativas tienen características que las hacen tolerantes a climas extremos como los de los Andes y ciertos microclimas. Esto implica un trabajo de conservación, dinámica y ensamblaje de conocimiento ancestral con tecnología moderna.
“La tecnología permite que ofrezcamos a los campesinos plántulas sanas que han sido sometidas a tratamientos para que luego les sirvan como semilla nueva y eleven su productividad”, indicó Panta.
Criopreservación
Otro ámbito de trabajo del Banco de Germoplasma del CIP es la conservación para el futuro, un propósito para el cual echan mano de la criopreservación, que consiste en la aplicación de temperaturas extremadamente bajas a los propágulos de papa para que puedan ser recuperados dentro de cientos de años en el futuro.
“Conservamos las plantas para el largo plazo, décadas y siglos, en nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero, tal como se hace con los cordones umbilicales, los óvulos y las células madre hoy en día. Eso hacemos con las plantas y podemos asegurarnos de que nuestros nietos y bisnietos tengan las papas a su disposición. Este material se descongela y traslada en pequeñas plántulas in vitro que pueden llevarse al campo para la siembra”, explicó Raynard Fulman, especialista en criopreservación.
Asimismo detalló que en el criobanco de la institución se conservan 1,400 variedades de papa, una labor que se inició en los años 90 y que desde hace cuatro años tuvo un nuevo impulso con la aplicación de metodologías más modernas.
Corte de meristemos
Por su parte, Brenda Zea, investigadora asistente encargada de la eliminación de virus y cuarentena, comentó que la institución también tiene como objetivo la destrucción de virus en las plantan para distribuir plántulas de calidad in vitro a nivel nacional e internacional que puedan ser sembradas y ayudar a mejorar los niveles de producción.
Explicó que para lograr este objetivo se utilizan dos tecnologías. La primera es la termoterapia, que consiste en someter a la papa infectada con virus durante un mes a temperaturas muy altas (32 a 34 grados centígrados), para ocasionarles una especie de “fiebre” que las libere.
La segunda, que es la más importante, es el corte de meristemos. “Hablamos de un meristemo con un primordio foliar que tiene un tamaño aproximado de 0.2 a 0.3 milímetros. Esto solo se logra con ayuda de un estereoscopio. Finalmente, estas plantas son puestas a conservación para disponibilidad de los usuarios”, explicó Zea.