(Agraria.pe) El mercado mundial de la quinua ha experimentado una notable transformación en las últimas décadas, pasando de ser un cultivo andino de subsistencia a convertirse en un reconocido “superalimento” dentro de segmentos especializados.
Este grano, técnicamente una semilla pero clasificado como grano integral, destaca por su excepcional equilibrio de proteínas, grasas y carbohidratos, además de contener todos los aminoácidos esenciales, en particular lisina, arginina e histidina, fundamentales para el desarrollo humano. Su valor nutricional supera al de cereales tradicionales como el trigo, el maíz y el arroz.
La creciente conciencia sobre la salud y la nutrición, junto con tendencias de consumo orientadas hacia los alimentos funcionales, libres de gluten y orgánicos, impulsó de manera significativa la demanda de quinua en mercados como Norteamérica y Europa.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró el 2013 como el “Año Internacional de la Quinua”, lo que catapultó su popularidad y generó un auge en los precios. A pesar de todas esas ventajas, en los últimos años se mantiene el monto y volumen de su comercio internacional.
En el 2024, las exportaciones globales de quinua no superaron los US$ 304 millones, con el Perú concentrando cerca del 44% del mercado y Bolivia un 28%. Otros países, como China, vienen desarrollando cadenas de valor orientadas a su propio consumo interno; en la actualidad producen alrededor de 20 mil toneladas anuales y mantienen un crecimiento sostenido.
El modelo productivo y exportador peruano presenta diferencias notables frente al boliviano. El Perú ha adoptado un enfoque más comercial y orientado a la exportación a gran escala, con fuerte participación de empresas privadas y la expansión del cultivo hacia zonas no tradicionales de la costa como Arequipa y La Libertad.
Este esquema ha permitido alcanzar rendimientos superiores —hasta 4 toneladas por hectárea en la costa frente a un promedio de 1.5 toneladas en la sierra— gracias a mejores condiciones de suelo, clima y tecnificación. A ello se suman los numerosos acuerdos comerciales vigentes que facilitan el acceso a distintos mercados y una infraestructura logística más eficiente.
En contraste, Bolivia mantiene un modelo basado en pequeños productores del altiplano, con fuerte arraigo cultural y comunitario. Su ventaja competitiva se centra en la Denominación de Origen “Quinua Real del Altiplano Sur”, reconocida internacionalmente, que le otorga un valor diferencial por la calidad y tamaño del grano. Sin embargo, enfrenta limitaciones asociadas a menor inversión en infraestructura y a una mayor vulnerabilidad frente a los efectos climáticos.
Fuente: Fresh Fruit