Por: Lesly Vera, gerente del Programa de Palma de Solidaridad en Perú
(Agraria.pe) Más de un millón de personas, a través de la campaña #Together4Forests, ya han pedido una ley europea estricta que exija productos que garanticen su procedencia libre de deforestación. Hoy en día, la petición ciudadana cuenta con el fuerte apoyo del Parlamento Europeo.
En ese sentido, el cambio climático y el crecimiento de la población mundial representan un enorme desafío para una agricultura que, en 2050, deberá abastecer la demanda de alimentos de los 9.7 millones de personas que poblarán entonces el planeta. Lograrlo no será fácil. Para alcanzar esa meta será necesario, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), aumentar la producción un 60%, pero, sobre todo, hacerlo de una forma sostenible, que permita cubrir las necesidades alimentarias de las presentes y futuras generaciones, reduciendo las desigualdades sin deteriorar al ambiente.
Se trata, en definitiva, de satisfacer las necesidades de hoy sin sacrificar las de mañana. Un desafío urgente que ya está en marcha y que gira en torno a una idea principal: la necesidad de cambiar la producción convencional, que degrada el ambiente, por métodos sostenibles que integren las dimensiones económicas, sociales y ambientales como respuesta a las demandas del mercado.
En los últimos años podemos contemplar la tendencia hacia la sostenibilidad en la inmensa mayoría de los países de América Latina y el Caribe, región con 935.5 millones de hectáreas de bosques -el 22% de la superficie del planeta- y rica en biodiversidad. Y, en este contexto, el sector de la palma aceitera no es una excepción. Cada vez son más las iniciativas que, a través de las buenas prácticas de sostenibilidad en la cadena de suministro, impactan de manera positiva en la rentabilidad de los pequeños productores independientes y mejoran sus condiciones de vida, así como la competitividad de las empresas extractoras, refinadoras y comercializadoras de sus diferentes derivados.
En el Perú, por ejemplo, el Programa de Palma Sostenible e Inclusiva, liderado por una de las principales empresas en consumo masivo, Alicorp, y de la mano con las organizaciones Solidaridad y Nes Naturaleza, busca promover la sostenibilidad en la agroindustria palmera del país a través de la responsabilidad compartida entre la empresa y su cadena de suministro.
En su primer año, el programa viene trabajando el fortalecimiento de las capacidades de los miembros líderes de las organizaciones de productores de palma aceitera, que adquieren así los conocimientos y herramientas básicas necesarias para la implementación de buenas prácticas de sostenibilidad, siguiendo la norma de la RSPO y el Protocolo de Abastecimiento Responsable (PAR) de Alicorp. Son esos mismos líderes -técnicos de campo y productores- quienes luego multiplican esos conocimientos al compartirlos con otros miembros de la comunidad palmera.
La iniciativa es especialmente importante ya que es el primer programa en la agroindustria palmera peruana que involucra cinco empresas extractoras y sus proveedores. A la fecha, son más de 500 productores y técnicos de campo capacitados.
Así como este, existen otros ejemplos en la región. Tal es el caso de México con el Programa Holístico y apoyo de empresas privadas, u Honduras, con la empresa cooperativa Palmas Aceiteras de Honduras (HonduPalma), que siguen contribuyendo a la producción sostenible de aceite de palma.
Estos son solo algunos ejemplos de nuestra región, donde las empresas cada vez son más conscientes de la necesidad de adquirir materias primas de origen responsable con la sociedad y el ambiente, que les permitan garantizar una cadena de valor más sostenible y, con ello, un mayor acceso a mercados internacionales, como por ejemplo el mercado de la Unión Europea (UE), que apuesta por una transición ecológica que garantice que sus consumidores tengan acceso a productos realmente sostenibles.
El camino está marcado y cada vez son más quienes desean transitar por él. La palma del futuro puede ser sostenible si existe una responsabilidad compartida en la cadena de suministro, que responda a los Objetivos de Desarrollo Sostenible del milenio como la lucha contra la pobreza, el permitir y fomentar fuentes de trabajo decentes y el crecimiento económico, y la mejora y protección de ecosistemas.
Las diferentes iniciativas en la región confirman que el cultivo de palma aceitera de manera sostenible sí es posible, pero requiere que todos los actores de la cadena de producción y suministro estén involucrados; que se respete el empleo digno, la rentabilidad para el pequeño productor, las buenas relaciones comunitarias y el uso apropiado de las mejores prácticas que conserven los recursos naturales.