La organización internacional expuso los resultados del Proyecto de Bioenergía y Seguridad Alimentaria (BEFS) en el IV Congreso de Energías Renovables y Biocombustibles (COBER). Develan además los impactos ambientales y económicos
Por Manuela Zurita
Lima, 14 Octubre (Agraria.pe) El agua, en la Costa, y la deforestación y la titulación de tierras, en la Selva, son factores que ponen en cuestión el desarrollo de la producción bioenergética en Perú, según concluyó el Proyecto de Bioenergía y Seguridad Alimentaria (BEFS) de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, en inglés) en nuestro país.
No obstante, en ambas regiones existe un potencial físico bioenergético. En la primera, para la producción de etanol a partir de caña de azúcar; y en la segunda, para la de palma aceitera.
Así lo explicó Erika Félix, especialista de la FAO, quien expuso los resultados del BEFS en el IV Congreso de Energías Renovables y Biocombustibles (COBER) celebrado en Lima del 11 al 16 de Octubre. El relevamiento fue realizado de forma paralela en Tanzania, Tailandia y Perú para determinar cómo la bioenergía puede ser un mecanismo para reducir la pobreza, garantizando la seguridad alimentaria.
En la Sierra peruana, según precisó no se encontró ningún cultivo energético de interés, por lo que no se obtuvieron conclusiones sobre el potencial físico en esta zona geográfica. No obstante, se observó que el uso de leña para generación de energía alienta la deforestación.
Según el estudio, la Costa y la Selva también podrían aprovechar su potencial generador de energía a partir de residuos del sector agrícola-forestal. Para ello, se deberían alentar políticas para el manejo de estos recursos, recomienda la FAO.
Cuestión económica
El BEFS también concluyó que la inclusión de pequeños productores en el sector etanol y de biodiesel es rentable. En la de biodiesel a partir de piñón no pudieron determinarlo, porque no tuvieron suficiente información y porque este cultivo no está comercialmente en producción, según justificó Félix.
Sobre el impacto de la producción bioenergética en el Producto Bruto Interno (PBI) concluyeron que la de etanol no tiene efectos significativos y la de biodiesel un efecto mínimo.
Esta industria sí favorecería el incremento de ingresos en los hogares rurales, pero afectaría adversamente a los urbanos. Pese a ello, en lo que refiere a la generación de etanol como actividad económica, podría tener resultados positivos o neutrales en el bienestar de la población del campo.
Suponiendo que la producción bioenergética produjera un aumento del 10% en el precio de alimentos como el arroz y el maíz: el primero, beneficiaría a los hogares rurales de la Costa Norte del país y de la Selva. El segundo, a los de la Selva y Sierra central. En ambos casos, las demás regiones se verían afectadas.
Advertencia y recomendaciones
Félix advirtió que los resultados del BEFS deben ser tomados en cuenta cautelosamente, ya que fueron obtenidos a partir de la evaluación de un momento de la realidad bioenergética del país. De allí que la especialista señalara que la metodología de estudio puede servir como herramienta para ampliar el análisis a un período de transición, de mayor plazo. También para complementar programas gubernamentales o ser observado a partir de nuevas variables, como la de género (por ejemplo, en el caso de mujeres jefas de hogares rurales).
Por último, recalcó que el estudio pone en debate una pregunta crucial en materia de producción bioenergética: ¿Cómo asegurar que los inversionistas privados lleven a cabo programas bioenergéticos social y ambientalmente responsables? La respuesta requiere un diálogo entre el sector público y privado, contestó Félix.
DATO
- Félix destacó el hecho de que el estudio en Perú haya sido realizado por profesionales peruanos. La capacidad la tienen. No tienen que ir muy lejos. En base a este equipo de profesionales pueden seguir apoyando el desarrollo de políticas en el país, opinó.