Las mujeres representan el 43% de la fuerza agrícola en el mundo y el 12 % de los pescadores y acuicultores del sector primario
Por Raúl Yaipén Carranza
Lima, 22 Junio (Agraria.pe) El próximo 25 de junio, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), presentará en Roma, el informe del estado mundial de la agricultura y la alimentación 2010-11 “Las mujeres en la agricultura: cerrar la brecha de género en aras del desarrollo - SOFA 2010-11”, en el marco de la realización de la 37º periodo de sesiones de la FAO.
Este compendio tendrá un sinnúmeros de datos sobre la función vital que desempeñan las mujeres en la agricultura, el desarrollo rural, las limitaciones específicas relacionadas con el género que dificultan su acceso a los recursos, las oportunidades y los beneficios que podría entrañar para el sector y para la sociedad.
El papel de la mujer en la agricultura
Según indica el estudio de la FAO, las mujeres constituyen en promedio el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola de los países en desarrollo. La proporción del trabajo agrícola que realizan va de un 20% en las Américas a casi un 50% en el Este y Sudeste de Asia y el África subsahariana.
Asimismo, gran parte de la mano de obra utilizada en el marco de los acuerdos por contrata es aportada por mujeres, aunque es muy frecuente que las agricultoras no puedan firmar directamente los contratos porque no disponen de un control seguro sobre la tierra, la fuerza familiar y otros recursos necesarios para garantizar un flujo productivo fiable.
De acuerdo con los datos disponibles, alrededor del 12% de los pescadores y acuicultores del sector primario, son mujeres. En los dos mayores países productores, China e India, constituyen respectivamente el 21% y el 24% del total de pescadores y acuicultores. En todas las regiones las mujeres juegan un papel especialmente importante en las etapas de elaboración y comercialización.
Las mujeres en los mercados laborales rurales
Por otro lado, uno de los problemas de las cadenas de valor de la agricultura moderna es la utilización de la agricultura por contrata y de subcontratación adoptados para los productos de valor elevado.
En la mayoría de las regiones en desarrollo, cuando las mujeres tienen un empleo las probabilidades de que se trate de un empleo agrícola son tantas como para los hombres o incluso más. La gran excepción es América Latina, donde la agricultura constituye una fuente relativamente pequeña de empleo femenino y las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de trabajar en el sector.
En términos generales, las mujeres cuentan con menos probabilidades que los hombres de tener un trabajo asalariado. Asimismo, es más posible que realicen trabajos estacionales y de jornada parcial. Además, los datos relativos a las actividades generadoras de ingreso rural (RIGA) indican que las mujeres rurales que realizan trabajo asalariado tienen más probabilidades que los hombres de ganar un sueldo bajo; en las zonas rurales y urbanas de los países a los que se refieren dichos datos se observa una considerable disparidad salarial.
La FAO también señaló que las mujeres ocupan un lugar predominante en muchas de las cadenas de productos agrícolas de alto valor del África subsahariana y América Latina. Aunque es posible que las nuevas agroindustrias orientadas a la exportación no empleen a hombres y mujeres en pie de igualdad, a menudo proporcionan a las mujeres mejores oportunidades que las que les ofrece la agricultura tradicional.
Beneficios de la eliminación de la disparidad de género
Según los estudios realizados, para tratar de determinar si en la agricultura las mujeres son tan productivas como los hombres. La mayor parte de los estudios llegaron a la conclusión de que los agricultores lograban rendimientos superiores en un 20-30% a los de las mujeres.
La gran mayoría de los estudios en cuestión indicó también que tales diferencias de rendimiento correspondían a niveles diferentes de utilización de insumos. Aunque la mayor parte de estos estudios se refiere al África subsahariana, el SOFA 2010-11 documenta diferencias análogas en el empleo de insumos en todas las regiones.
Sin embargo, al reducir la brecha, en el empleo de insumos en las tierras agrícolas, que están a cargo de mujeres, se obtendría -calculando una diferencia de rendimiento en función del género de 20 % a 30 %- un incremento promedio del 2,5 % a 4 % de la producción agrícola en los países en desarrollo sobre los que se dispone de datos.
Suponiendo que las diferencias en los insumos y los rendimientos sean representativas de los otros países en desarrollo, esto implicaría aumentos mundiales de magnitud análoga.
Producción, desnutrición y consumo interno
En la hipótesis, de que la producción adicional se destinará al consumo interno, la eliminación de la diferencia de rendimiento de 20% a 30% permitiría reducir en un 12% a 17% el número de personas desnutridas en los 34 países sobre los que se dispone de datos.
Según sostiene el estudio, en el 2010 había en el mundo 925 millones de personas desnutridas, unos beneficios de la magnitud mencionada podrían implicar que haya de 100 a 150 millones de personas menos aquejadas por el hambre.
La reducción proporcional podría ser aún mayor en los países donde este flagelo está más difundido y las mujeres desempeñan un papel importante en el sector agrícola.
Finalmente, los datos del estudio en África, Asia y América Latina muestran sistemáticamente que cuando la condición de la mujer mejora y aumenta su poder dentro del hogar, las familias salen beneficiadas.
Además, cuando las mujeres tienen más influencia en las decisiones financieras sus familias destinan una parte mayor de sus ingresos a la alimentación, la salud, la educación, la vestimenta de los niños y su instrucción.
“Es por este motivo que en muchos países los programas de redes de seguridad se dirigen hoy específicamente a las mujeres. Dichos beneficios adicionales no se han incluido en la estimación de los aumentos productivos que se derivarían de la eliminación de la brecha de género”, concluyeron especialistas de la FAO.